
Este fue un viaje en el que decidimos experimentar con una técnica usando dos cámaras sincronizadas tipo HDSLR y dos laptops, para lograr captar videos en “Timelapse” de 36 megapixeles, con calidad IMAX o cinco veces mayor calidad que el mas alto estándar de High Definition. Nos decidimos ser los primeros en captar esta calidad de video en nuestro Estado. Continuamos con el proceso de investigar como procesar y editar estos videos tan grandes.
Horas de camino y el desierto. Lo intimidante ese día no fue el calor, fueron los truenos del horizonte y la humedad presente en un desierto tan seco. Luego llego el agucerazo que nos hizo preocuparnos por las cosas que iban amarradas en el techo en una de esas racas de lona del Walmart.
- Mexicali siempre tan impredecible, si no es tormenta de arena o un calor insoportable, es un aguacero- dijo Daniel de manera reflexiva.
Lo que nos gustaba es que había nubes, perfectas para nuestra

Esto nunca se había hecho en baja california y esta posibilidad entusiasmaba al equipo de trabajo.
Un rato después descubrimos en el horizonte aquellas imponentes montañas de roca colorada que descansaban en camas de arena dorada y dunas que se ahogaban en el mar de cortés.
-¡Aquí! le dije a Daniel Rico, quien sería la otra cámara y un guía invaluable en nuestro experimento por su conocimiento de la Baja.
- Espérate a que veamos otras zonas y luego decidimos...
Era una sabia sugerencia, porque momentos después nos encontramos con un paisaje único, casi surreal.
- ¿Nieve en el desierto con este calor?
- Es sal.

Aquel blanco perfecto se extendía por hectáreas mezclado ocasionalmente con el color dorado de la arena peninsular.

Llegamos a un punto donde se unían tres colores de manera armónica e improbable: el verde aterciopelado de un "torito", aquel árbol endémico de múltiples ramas aferradas al inhóspito desierto, el azul profundo del mar y el cielo, el rojo ocre de la montaña rocosa y el blanco puro y tan inadecuado de la nieve de sal.
- ¡Aquí ahorita y al rato con el atardecer grabamos las montañas más altas!
El "crew": Daniel, Constanzo, Marcos mi hija Tania y yo instalamos el equipo en un clima cálido pero muy aguantable gracias a la tormenta que había pasado. Grabamos e hicimos historia cinematográfica bajacaliforniana.
Luego llegamos a la zona de las grandes montañas y un rojo apacible de grandes sombras se extendió por un precioso llano desértico. El viento era perfecto y de aroma a libertad. Grabamos la caída del sol que acentuaba el contraste entre los rojos cada vez más intensos y las sombras cada vez más largas.

Llego la noche e intentamos mover el Seat Ibiza compacto donde habíamos viajado apretujados por horas. Estaba atascado en la arena. Después de tener que escarbar la arena bajo las llantas y el motor que evitaban que se movieran y acabar como semitas empolvadas, intentamos varias ideas sin éxito.
Nos alcanzó la imponente oscuridad del desierto y seguíamos sin poder sacar el "iron man" de la arena. Finalmente y poniendo piedras, basura y ramas bajo las llantas el auto

Lo imponente del cielo desértico nos obligó a hacer una pausa y reflexionar viendo un cielo cremoso de tantísimas estrellas visibles. La música orquestal de Hans Zimmer que salía de las bocinas rompía de manera única con el gran silencio del desierto. El clima perfecto con un ligero vientecillo, la luz presente de luna y tantas capas de estrellas me hacían sentir que volaba, como en muchos sueños tan desesperados como liberadores y muy altos, en los cuales juramos que sabemos volar tan bien como nadar.
Partimos hacia Tecate y no pudimos dejar de admirar la imponente Rumorosa bañada de luna. A pesar del cansancio, lo inevitable pasó: decidimos hacer un timelapse en el mirador más alto.
Alguna vez había admirado desde ahí la luna más brillante en años y pude tomar una foto. Esta vez lo volvería hacer, pero dándole movimiento.
El paisaje era increíble: al norte una tormenta eléctrica espectacular y lejana. Rayando las conciencias se erguía una gran cruz color blanco que recordaba a los caídos desde la década de los cincuentas en aquella hermosa y mortal sierra de piedras amontonadas. Hacia el este brillaba la ciudad más cálida del mundo y como una serpiente alegre, zigzagueaba en acenso la famosa carretera.
El techo de tal cuadro era aquel grupo de estrellas aferradas a hacernos entender nuestra nimiedad. Lo reforzaba alegremente la luna brillante y extensa. El viento era muy fuerte y requerimos de mucha atención durante las dos horas en los que duró la grabación. Pacientemente, lo único que hacíamos era cuidar el avance de las cámaras. En un momento la luz que pusimos para iluminar la cruz se detuvo por falta de batería. Muy valientemente, Constanzo la cambió con un movimiento ágil, osado y preciso; debía de ser exacto porque recorría una barra de 15 cm de espesor que daba a un acantilado de cerca de cien metros de altura. Aquel movimiento quedó grabado como el fantasma de alguien muy vivo.

Luego vimos aquel ratoncillo curioso que se acercaba a nosotros. Quizás nunca en su vida había visto humanos y mucho menos cuadros brillantísimos de color con teclas o aquellos extraños objetos de tres patas metálicas. Le duró poco el gusto porque su osadía y curiosidad le costó la vida bajo la bota de Constanzo: lo había asesinado sin darse cuenta. En ese momento decidimos ponerle a nuestra producción temporal Dead Mouse Productions.
Llegamos a Santa Veronica a las 3 am para bañarnos y dormir inmediatamente.
Al otro día a las 10 de la mañana decidimos relajarnos y festejar las buenas imágenes. En uno de los nuevos y amplísimos cuartos de la hacienda, con un patio privado muy cómodo y un asador recién empotrado en la pared asamos una deliciosa carne y la acompañamos con cerveza (El desayuno de los campeones).

Queríamos partir a los viñedos y descubrimos que la llanta izquierda estaba ponchada. En realidad estaba destrozada porque habíamos rodado la llanta muy baja por terracería muy irregular. Después de cambiar la llanta partimos hacia el valle de Guadalupe, ya decididos a trabajar en el viñedo de Doña Lupe, a un costado de L.A. Cetto.
La carretera del tramo de Tecate a Ensenada estaba en reparación y el viaje fue lento e incómodo. Estábamos preocupados por la luz, y de hecho apenas alcanzamos el atardecer sobre los viñedos. Quizás no era la altura ideal ni la mejor perspectiva, pero obtuvimos un bello paisaje de atardecer con un fondo de montañas interesantes.
Ya para la noche cenamos aquellos exquisitos cortes de queso y jamón, una fabulosa pizza gourmet tipo español y acompañados de la degustación de buen vino y la harmónica rítmica y azulada de otro Daniel (amigo de nuestro Daniel) quien por casualidad encontramos en el lugar.
A punto de irnos descubrimos un encuadre pintoresco y adecuado para describir un lugar amaderado de verdor puro, aromas insólitos y la noche aferrada a intimidarnos con tanta belleza.
Con la calidad de nuestras cámaras pudimos captar ese cumulo de estrellas e inclusive la vía láctea en movimiento como una mancha lechosa en el fondo.
Tuvimos dificultades técnicas porque pronto la luz comenzó a variar enormemente y la humedad condensó nuestros equipos hasta humedecerlos, pero el resultado antes de sentir empapado el equipo electrónico fue muy rescatable. Comprendí que además eran equipos bien construidos y aprendimos a entender más el ambiente, a nunca subestimarlo y a calcular tiempos, humedad y climas de cada locación. Ya entrada la madrugada partimos a acampar a San Miguel en la entrada a Ensenada.
Después de la instalación de carpas y el encendido de la fogata, festejamos y brindamos con un buen tequila, porque ahí, el frío se sentía y lo teníamos que vencer con alegría.
- La palabra del viaje: Timelapse… dijo Marco
- No, no… es Hagamos historia… levantando la mano apasionadamente, así con garra, como agarrando una esfera invisible… replicó Constanzo
- Negativo, es Dead Mouse… dijo riendo Daniel.
Yo les agradecí más seriamente aquel esfuerzo, aquellas ganas de innovar y eso que era el inicio de todo un reto llamado Baja Esteem y Tijuana te Amo.
Al otro día partimos a Eréndira, un pintoresco pueblo al sur de Ensenada. Antes claro, teníamos que pasar por el mercado negro de pescado, para adquirir el famoso marlín ahumado y desayunar unos de sus legendarios tacos de pescado. Mi hija estaba impresionada.
- Estoy viendo cosas que nunca pensé que existían.. mucho menos tan cerca… esos cielos.. esos paisajes… la sal como nieve… estos lugares tan pintorescos, que raro… que bonito…- Dijo Tania que para ese momento estaba encantada y reflexiva ante aquella vivencia única.
Llegamos a Eréndira después de un par de horas de camino a veces irregular por las reparaciones. Todo un reto para el “iron man” nuestro implacable y compacto automóvil.
- Hay un hostal muy curioso, muy interesante. Vamos a verlo. Dijo Daniel.
Lo primero que llena la vista es el amplio paisaje de azul quebrado de blanco y negro: las olas pegando en las rocas. Las ensenadas cristalinas y las pequeñas albercas de piedra se extendían por el pacifico. Luego, ya llegando al hostal, el famoso Coyote Cal’s, nos recibieron las pequeñas cabañas de Temazcal y un área de acampar de extraordinaria vista.
Imponían el bote varado sobre el letrero, el edificio cuadrado con su peculiar torre que llamaban “The Crow Nest” donde había un solo cuarto, único por su vista total de mar y desierto gracias a sus cuatro grandes ventanales apuntando a cada uno de los puntos cardinales.
Patios que mezclaban un ambiente oriental, un toque budista, la tranquilidad del mar, con el movimiento Surfo californiano, el bar estilo Baja Spring Break y la antigüedad de objetos enmarcados en modernidad arquitectónica.
Eran esos contrastes que lo hacían tan especial, tanto como la aridez desértica contra la imponente vitalidad del mar frente a él. Era un lugar hermoso y profundo, en ese estilo a veces incomprendido.
- Aquí crecí y soy mi jefa y mi empleada- Dijo la gerente con voz segura y porte de Surfa curtida y rebelde.
- Allá, aquella ensenada parece tranquila, pero es traicionera. De repente pega durísimo la ola y hace remolinos que te jalan hasta abajo… nunca hay que meterse ahí.- Dijo señalando lo que parecía la zona más dócil del mar, siendo en realidad de belleza peligrosa.
- Y allá que parece más fuerte, cerca de las piedras, es en realidad más seguro. Ahí yo buceaba de niña con mi padre para agarrar erizo, choro y a veces langosta.
Nos dio un recorrido por el lugar que enganchó inmediatamente a mi hija. Especialmente aquel cuarto panorámico indescriptible, original.
- ¿Y si nos quedamos a dormir hoy aquí?
- No, mañana vas a la escuela.
- ¿Cuándo regresamos?
- Pronto
- ¿Cuándo es pronto? En serio, dime cuando…
- Pronto Tania… pronto.
Era buen lugar para terminar la novela. Era buen lugar para locación de escena ya definida. Había que volver pronto.

Luego nos apresuramos a grabar en una locación específica buscando aquella visión del mar irreal, tallado, con técnica de obturador abierto, difícil de conseguir por tanta luz. Puse todos los filtros neutral density que tenía y además un polarizador. Cinco filtros en total para hacer sentir a la cámara que era de noche en pleno día. Después de

Comenzamos a supervisar las fotos secuenciales y la tranquilidad no podía ser mayor. La satisfacción se sentía en la brisa marina golpeando nuestros rostros y una plática didáctica con Marco, que estaba ávido por saber de todo ¿Por qué los filtros? ¿Cómo se hace eso? Wow… se ve como irreal… aaahhhh ya entiendo, ya me acorde de mis clases de fotografía… ¿Qué hace un productor de películas? ¿Y un director? ¿Cómo se produce una novela? ¿Y una película? ¿Quién escribe?
La plática la interrumpió una expresión improbable, dramática, doblemente profética. Un día antes Tania había dicho, Es tanta la aventura que solo nos falta el cuerpo muerto de Stand by Me ¿Alguien vió la película?… Luego la advertencia de la gerente del hotel de aquella ensenada mortal.
- ¡Se ahogó alguien! Préstame tus binoculares… - dijo Constanzo.
A la orilla del mar a cien metros de nosotros se veía el cuerpo. Un rescatista lo cubría con una sábana blanca y acordonaba el área con la típica cinta amarilla. Los demás rescatistas detenían a los curiosos. Consolaban a una señora de edad y a un muchacho que solo se tocaba la cabeza en desesperación. Los metieron a la patrulla para intentar tranquilizarlos. Luego se acerco un hombre de jeans y camisa blanca a ese momento inimaginable, que debe destrozar los nervios y el alma, para levantar la sábana y decidir si ese rostro inerme es de aquel ser querido. Su mano a la frente, su paso frenético y la terrible llamada por celular acompañada de llanto confirmó que la vida es ajena, corta y que el mar es un hermoso monstruo, que inspira y asesina.
Tania estaba impactada y la dejé ver porque decidí que aquella vivencia podía hacernos más humildes y reflexivos. Porque ante la grandeza del universo de noche y la extensión casi eterna de agua, comprendió que ser efímeros nos obliga a aportar, a disfrutar, a vivir, a ser felices. Y por eso con mi brazo en su hombro guardó silencio, sintió el viento moverle el pelo, se supo viva y agradecida, escuchó esa naturaleza latente y entendió ese paisaje con olor a muerte.
Ante la muerte de mar, ante las estrellas y la luna, ante la imponente montaña de piedra y el olor a vida de la vid, ante el reto y detrás de las cámaras plasmamos lo único que nos hace parcialmente inmortales: un poco de arte. Y con ese poco de arte y un gran reto por delante, vivimos felices un fin de semana más.
No hay comentarios:
Publicar un comentario